Barbara Ischinger, directora de Educación de la OCDE
Aferrada a la objetividad del torrente estadístico que mana del Talis, Barbara Ischinger esquiva las preguntas más comprometidas negándose a aventurar interpretaciones personales que trasciendan la frialdad del dato puro y duro.
Por Rodrigo Santodomingo (informacion@magisnet.com)
Última actualización 23/06/2009@09:51:09 GMT+1
Última actualización 23/06/2009@09:51:09 GMT+1
La máxima responsable en cuestiones educativas de la OCDE opina que los mejores profesores podrían ser recompensados con salarios más altos o asumiendo mayores responsabilidades.
Aferrada a la objetividad del torrente estadístico que mana del Talis, Barbara Ischinger esquiva las preguntas más comprometidas negándose a aventurar interpretaciones personales que trasciendan la frialdad del dato puro y duro.
¿Por qué hay tantos países importantes de la OCDE que no han participado en el Talis? Faltan los grandes de Europa (Alemania, Gran Bretaña y Francia), Estados Unidos, Japón…
Existen diferentes motivos que explican la ausencia de estos países que menciona y otros. Cada uno es libre de participar o no, y no me corresponde a mí entrar en valoraciones sobre las decisiones particulares. Lo que sí le puedo decir es que tenemos depositadas muchas esperanzas en que más países se sumen al Talis en sucesivas ediciones. Por desgracia no existen datos para comparar a nivel global la percepción de los profesores sobre problemas de disciplina.
Aún así, ¿diría usted que la convivencia escolar ha empeorado en los últimos 15 ó 20 años? Sí, tiene usted razón, no disponemos prácticamente de información para determinar si se trata de una tendencia al alza. Lo que está claro es que hablamos de un problema que en la actualidad afecta a muchos profesores. En casi todos los países participantes, al menos un cuarto de los docentes encuestados afirmaron perder más de un tercio del tiempo que deberían emplear en impartir sus clases debido a factores que nada tienen que ver con una enseñanza eficaz.
Quizá un síntoma claro de la pérdida de autoridad docente se encuentre en las relaciones entre profesores y padres. Antes casi siempre se otorgaba más crédito a la palabra del profesor, y ahora parece que cada vez más padres se fían de lo que les cuentan sus hijos sin escuchar la versión de la otra parte.
Este es un tema del que nos ocuparemos en próximas ediciones del Talis. Tenga en cuenta que existen limitaciones a la hora de diseñar un cuestionario que los profesores puedan responder sin que les robe mucho tiempo. Si por nosotros fuera, lo hubiéramos cubierto esta vez porque está claro que puede arrojar información muy valiosa.
Según el informe, los profesores que prefieren enseñar desde un enfoque constructivista (considerando al alumno como participante activo en el proceso de aprendizaje) suelen juzgar de manera más positiva la convivencia en el aula que aquéllos que se decantan por las tradicionales lecciones magistrales. ¿Es esto causa o consecuencia? En otras palabras, ¿se opta por las técnicas constructivistas cuando ya existe un buen ambiente, o son éstas las que favorecen la disciplina?
Dada la naturaleza del Talis, resulta imposible establecer causalidades como la que usted menciona. En cualquier caso, sí me parece muy importante mencionar que uno de los principales hallazgos del informe sea que muchos profesores que prefieren los enfoques constructivistas no puedan aplicarlos en el aula. Hay multitud de profesores que se ven obligados a usar métodos de enseñanza considerados por ellos mismos como menos efectivos que otros.
Otro de los puntos en los que Talis pone más énfasis es la falta de reconocimiento del buen trabajo docente. ¿Cómo podemos recompensar a los buenos profesores? ¿Quizá pagándoles más?
Está claro que muchos profesores no reciben el reconocimiento que merecen. Hasta tres cuartos de los docentes encuestados piensa que no obtendrá ningún reconocimiento por ser más efectivos o innovadores en su trabajo. No obstante, este reconocimiento no tiene por qué traducirse necesariamente en mejores salarios. Es una opción, pero existen otras como el aplauso público, el desarrollo profesional o la asunción de mayores responsabilidades. Un sistema que reconoce y valora a sus profesores tiene que reflejar las complejidades del trabajo docente.
Cuando se trata de funcionarios, resulta casi imposible premiar a los mejores y castigar a los peores. Pensemos en el hipotético caso de un profesor con puesto fijo que se empeña en hacerlo rematadamente mal, año tras año, sin ningún propósito de enmienda. ¿Qué hacemos?
Es difícil reconciliar un sistema que reconoce y recompensa el esfuerzo de sus profesores con otro que garantiza el empleo incluso para sus trabajadores menos eficaces. Pero los sistemas que operan en cada país están basados en factores históricos, sociales y económicos que se sitúan fuera del ámbito educativo.
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